cuando contestó al anuncio buscando voluntarios para un estudio sobre las reacciones al placer y al dolor pensó que ganaría algún dinero extra y se lo pasaría bien. al final el laboratorio era un sótano, la camilla una simple tabla de madera y el investigador un Amo encuerado muy fuerte que evitó que saliera huyendo atándolo fuertemente. lo único de auténtico era el electrodo que había puesto en alguna parte de su cabeza y que provocaba un orgasmo que convulsionaba todo su cuerpo. de la sorpresa inicial había pasado al dolor y por fin a la desesperación. ya había perdido la cuenta. hacía tiempo que ya no eyaculaba. ya no gritaba. sólo sentía que estaba a punto de volverse loco. supo que con el próximo orgamo, perdería la razón.
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