las sombras pueblan el viaje, los clarooscuros son la tónica dominante. entre luces y oscuridad, entre pieles vivas y pieles muertas, el esclavo intenta ser honesto consigo mismo, sincero con su alma y con su Dueño, cumplir el compromiso realizado y realizarse como un perro sumiso y esclavo. pero incluso así se vislumbra algo más, un paso más hacia el fondo, una profundización, la de convertirse en objeto de forma que el Amo sea todo, que no tenga que elegir, que sólo sea la obediencia. tal vez sea el punto más radical en el espectro de las posiciones del bdsm. ni hombre ni animal, un objeto donde la voluntad esté completamente dominada, el ego prácticamente haya desaparecido y sólo se pueda decir "sí, Amo".
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