lunes, 3 de septiembre de 2012

FdD embotado

si bien es cierto que este perro no tiene ese cuerpo, ni esas sendras, ni ha hecho exactamente ese gesto, este perro hoy se ha vuelto a enfundar las botas para comenzar a trabajar de nuevo. ha sido un retomar cosas que habían quedado aparcadas, al menos por el momento y ha sido algo extraño. una especie de situación agridulce, alegría por encontrar a algunos y no tanta alegría por otros, pero ya está. por delante un nuevo año de trabajo y situaciones. ¿la única constante? la sumisión, la esclavitud que este perro vive en su vida real y auténtica, de la cual las botas son el mayor reflejo. son casi como una seña de identidad, como un collar que llevara al cuello. cada vez que las siento recuerdo qué soy y a quien pertenezco. cada vez que este perro oye el ruido que producen las pisadas sabe que es un esclavo. llevaba dos meses sin ellas y este perro se sentía como desnudo. ahora vuelve a ser plenamente lo que es: una propiedad del Dueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

incluir indicios de tu condición de sumiso entre las prendas que muestras a tu entorno laboral debe representar para tí una curiosa mezcla de humillación, excitación y orgullo. puedo imaginar lo que sientes de las ocasiones en que me rapo la cabeza. siempre suele haber comentarios de despistados, porque supongo que si alguno adivina lo que hay se lo guarda para sí o lo comenta con otros en privado. juan.