si ayer hablábamos de las botas como elemento controlador del ego, hoy esta imagen evoca a este perro los otros dos métodos para evitar que el ego tome las riendas: la humillación y el castigo físico o psicológico. el esclavo está atado y amordazado delante de un grupo de personas y el Amo está preparado con un látigo de varias puntas. no puedo dejar de imaginar lo humillante que puede ser esto, sabiendo además que estabas siendo grabado y que, posiblemente, en pocos minutos estarías circulando por internet. de pronto, y sin ser famoso, te conviertes en alguien público, y además en una actividad que es censurada por muchas personas. posiblemente la mayoría de la gente perdería su trabajo o su familia si estuviera en esta situación.
pero además no es sólo la exposición pública, sino el que vas a ser azotado así. el dolor, tanto en público como en privado, hace que te centres casi exclusivamente en él, por lo que todo lo demás se relativiza, se cuestiona, deja de tener importancia. todas aquellas cuestiones provocadas por el ego, de ser más importante, más reconocido, etc. sencillamente desaparecen. sólo existes tú con tu dolor, con el dolor que tu Amo te regala, y cuando termina, llega la auténtica liberación, aquella en la que te entregas a tu Dueño.
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