jueves, 15 de diciembre de 2011

reprogramación VI

aquello no era un ruego o una pregunta, era una orden. esto, unido al hecho de que las botas se ponían en movimiento fueron suficiente para desperme. El se marchaba y yo no podía permitirlo. aún con el sabor del cuero en la boca, me levanté y lo seguí. me costó poco ponerme a su paso pero no sé por qué razón no me puse a su lado, sino que me mantuve un metro por detrás, a su derecha. supongo que me influyó la orden de seguirle. oía el ruido de sus botas sobre el asfalto, rítmicas, marcando el paso. era casi hipnotizante. no podía quitarles la vista de encima, no podía dejar de mirar esas botas que iban caminando hacia un lugar deconocido y que me seducían.
al final del callejón había un jeep aparcado y hacia él nos dirigimos. dos luces y un sonido indicaron que el cohe estaba abierto. El se acercó a la puera del acompañante y la abrió.
-¡Sube!-dijo
no sabía si debía fiarme de El, no lo conocía de nada en absoluto. 
podría estar metiéndome en un apuro, podría ser un violador, un asesino o un desalmado que me torturaría hasta matarme, pero también me había hipnotizado. no podía dejar de mirarlo, de mirar sus botas. por supuesto subí y la puerta se cerró detrás mia. oí como las botas golpeaban el suelo, mientras saba la vuelta al coche. miraba hacia el suelo pero oí como se cerraba la puerta del conductor. no me atreví a mirarle. cogió algo de un sitio y le oí decir, un tono duro.
-¡las manos!
giré la cabeza y vi que tenía unas esposas abiertas. 
-¡LAS MANOS HE DICHO!-repitió en un tono que no admitía contestación. 
inmediatamente ofrecí las manos juntas. oí el clic al cerrarse y sentí la presión que ejercían en mis muñecas. al mismo tiempo mi polla se sacudió dolorosamente bajo mis pantalones. llevaba mucho tiempo dura esa noche.
el coche arrancó. tenía la boca seca y las manos atadas. sin embargo no quería estar en otro lugar.

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