jueves, 1 de diciembre de 2011

reprogramación V

cuando terminé con una empecé con la otra. eran botas negras, completamente lisas, pero de caña alta, vaqueras pero sin repujar. nunca había visto unas así. el cuero era muy bueno porque olía muchísimo y quedaba muy brillante cuando pasaba la lengua. pronto sólo tuve su sabor en mis labios. fue increíble. estaba en la gloria. nunca había lamido las botas de un hombre, a pesar de haberlo soñado un millón de veces. tantas fantasías, tantas pajas pensando en eso y ahora estaba allí, haciéndolo en medio de un callejón sin que nada me importara. la polla me dolía de lo dura que estaba pero no se me ocurrió tocarme, no era una opción. ahora solo estaban aquellas botas. sólo existían ellas. 
el tiempo pasó, supongo, porque para mi aquello fue un momento permanente proqeu no se cuanto estuve lamiento y oliendo aquellas botas. dos palabras me sacaron del estado hipnótico en el que me encontraba.
-¡Ven!, ¡sígueme! 

aquello no era un ruego o una pregunta, era una orden. esto, unido al hecho de que las botas se ponían en movimiento fueron suficiente para desperme. El se marchaba y yo no podía permitirlo. aún con el sabor del cuero en la boca, me levanté y lo seguí. me costó poco ponerme a su paso pero no sé por qué razón no me puse a su lado, sino que me mantuve un metro por detrás, a su derecha. supongo que me influyó la orden de seguirle. oía el ruido de sus botas sobre el asfalto, rítmicas, marcando el paso. era casi hipnotizante. no podía quitarles la vista de encima, no podía dejar de mirar esas botas que iban caminando hacia un lugar deconocido y que me seducían.
al final del callejón había un jeep aparcado y hacia él nos dirigimos. dos luces y un sonido indicaron que el cohe estaba abierto. El se acercó a la puera del acompañante y la abrió.
-¡Sube!-dijo
no sabía si debía fiarme de El, no lo conocía de nada en absoluto. podría estar metiéndome en un apuro, podría ser un violador, un asesino o un desalmado que me torturaría hasta matarme, pero también me había hipnotizado. no podía dejar de mirarlo, de mirar sus botas. por supuesto subí y la puerta se cerró detrás mia. oí como las botas golpeaban el suelo, mientras saba la vuelta al coche. miraba hacia el suelo pero oí como se cerraba la puerta del conductor. no me atreví a mirarle. cogió algo  de un sitio y le oí decir, un tono duro.
-¡las manos!
giré la cabeza y vi que tenía unas esposas abiertas.
-¡LAS MANOS HE DICHO!-repitió en un tono que no admitía contestación. inmediatamente ofercí las manos juntas. oí el clic al cerrarse y sentí la presión que ejercían en mis muñecas. al mismo tiempo mi polla se sacudió dolorosamente bajo mis pantalones. llevaba mucho tiempo dura esa noche.
el coche arrancó. tenía la boca seca y las manos atadas. sin embargo no quería estar en otro lugar.

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