no hay salida, no hay escapatoria para este perro. las esposas están cerradas, el collar puesto, el cuero en su sito. este perro ya no tiene sitio a donde ir, porque ha llegado al lugar donde debió estar siempre. ahora sólo que da un camino, el de la sumisión, cada vez más profunda, hasta llegar a la obediencia ciega, a la negación y aniquilación del ego, hasta la completa entrega a mi Dueño, sin resquicios, sin fisuras, sin protestas, ni impedimentos, ni rechazo, ni objeciones: obediencia ciega y fluída, transparente.... total.
este perro no tiene otro sitio a donde ir, no hay ningún sitio donde estar, salvo encadenado a los pies de su Dueño, porque es su Dueño quien mejor lo conoce, quien más piensa en él, quien más lo cuida y quien mejor lo entrena para que pueda desarrollar todas sus potencialidades de perro. sólo su Dueño puede llevar a plenitud la naturaleza sumisa de este esclavo, hasta convertirlo en lo que éste necesita, más desea y que conforma su felicidad: convertirse en un objeto, en una propiedad de su Señor.
el tacto del cuero es una caricia; el frio de las esposas un consuelo, las rodillas en el suelo su descanso. pocos lo entienden, menos lo comparten, pero este perro no sabe a donde ir, no tiene a donde ir. si su Dueño sería un muerto en vida, apenas una sombra de un ser vivo. la existencia de este perro sólo es real cuando lame las botas de su Señor.
2 comentarios:
Yo lo entiendo, para compartirlo tendría que encontrar un Amo que me pusiera donde estás tú ahora.
Yo también lo entiendo, y por suerte ya estoy en ese lugar. Las cadenas que me atan a mi Amo son permanentes, sin necesidad de ataduras físicas,aunque Él pueda usarlas cuando quiera. Mi Amo es el eje de mi vida, hace cinco años que soy su esclavo y espero que siempre me mantenga entre sus pertenencias.
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