la sensación primera cuando un esclavo se somete es de impotencia. sentir los brazos atado, sin poder decir una palabra, sin poder defenderte, puede resultar para muchos una experiencia muy agobiante. si además añadimos a eso el dolor de, por ejemplo, unas pinzas en los pezones, esa sensación se multiplica. pero si además unimos una cadena y una correa de perro, y meterte en la ducha para, por ejemplo, orinarte encima, la impotencia y el dolor pueden pasar de ser físicos a ser psicológicos.
el primer impulso es resistirte, luchar, liberarte. cuando no puedes hacerlo entoncces empieza la aceptación, el hecho de rendirte, de someterte, de entregarte. tu ego desaparece, o al menos se acalla y tu verdadero yo sale a relucir. tu ser de esclavo aflora. la primera vez que esto ocurre es como un nacimiento, como una hierofanía, como una iluminación interior. es una experiencia marcante, hasta el punto de que, cuando termina, tu ego te hace sentir vergüenza, pero ya has traspasado un umbral que es prácticamente imposible cruzar de vuelta.
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