martes, 31 de mayo de 2011

501 días de esclavitud

hoy ha sido un día tranquilo en todos los sentidos, salvo por el hecho de que mi Dueño me ha permitido ordeñarme. eso siempre es un acontecimiento que rompe cualquier rutina. se que no debería sentirlo, porque no es más que obedecer una orden, pero hoy he agradecido que mi Dueño lo hiciera, y eso que ayer también me ordenó ordeñarme. en el caso de hoy fue como una especie de concesión porque no pudimos hablar. mi Dueño es una persona de negocios exitosa, muy exitosa y por tanto muy ocupado. este perro estuvo en tensión toda la tarde ante la posibilidad de poder hablar con El y, cuando esta posibilidad no se produjo, mi Dueño me ordenó ordeñarme y que disfrutara, así lo dijo. y obedecí. en el fondo estoy descubriendo que en cierta medida da igual ordeñarse o no, la satisfacción la encuentra este perro en la obediencia, en cumplir las órdenes de su Dueño. cuando estaba en castidad prolongada, vamos a llamarla así para diferenciarla de la castidad permanente en la que estoy, porque es mi Dueño quien controla cuando me ordeño; disfrutaba obedeciendo, y ahora que me permite ordeñarme, igualmente disfruto haciéndolo pero porque así lo desea El. supongo que este perro se está acercando al sentido de la esclavitud y de la sumisión: encontrar placer en la propia obediencia por sí misma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pues uno como esclavo debe asumir su responsabilidad con obediencia y cumplimiento. El deber es complacer a su dueño y uno en esa medida se satisface, ahora si el dice ordeñate, pues uno debe hacerlo, si le dicen sos la hembra, perfecto, o si uno debe asumir un rol sumiso total, eso dependen de su amo no de uno, en eso debemos de tener clara la posición.