viaje a madrid I

el viaje se me hizo largo, sobre todo porque el avión llegó con una hora de retraso y yo llegué pronto al aeropuerto. me encontraba nervioso y expectante con la perspectiva de pasar cuatro días sirviendo a mi AMO.

cuando llegué a madrid cogí el metro y me bajé en alonso martínez y nada más salir lo vi: pantalón vaquero, camisa blanca y unas brillantísimas botas negras. eran unas sendra, por supuesto, lisas en el empeine pero muy repujadas en la caña. tanía las piernas cruzadas, así que el pantalón se le había subido y podía verse más de las botas.

yo llevaba las sendra que siempre me pongo en su presencia. me las había puesto en el aeropuerto de las palmas tras pasar el control de seguridad. éramos dos boteros por madrid en pleno julio. como ya era tarde, cerca de las once, me llevó a comer a un vips cercano. nos sentamos cerca de la barra y EL pidió por mi. empezamos a trabajar pero siempre que tenía oportunidad le acariciaba las botas sin que nadie del restaurante se diera cuenta.

hablamos mientras cenábamos, de muchas cosas, de cómo nos iba, EL siempre llevando la voz, por supuesto.

terminamos pronto de comer y fuimos a su casa. se me quedó grabado el ruido de las botas por las aceras. las sendra son como las harleys de las botas, hacen un sonido especial cuando caminas con ellas. al llegar a su casa y entrar en el ascensor no pude esperar más y me arrodillé lamiendo su botas. El me acarició como un perrito. me sentí feliz.

entramos en la casa y fuimos directos a su habitación. tenía dos pares de botas sueltas por allí. siempre tiene uno o dos pares a mano, como si no pudiera o quisiera vivir sin ellas. entonces empezó a usarme. me tumbó en la cama boca arriba, dejando al descubierto sus botas. me arrodillé al lado de la cama y empecé a lamerlas.

-Estas serán tus botas- me dijo- te gustan ¿verdad?

yo asentí mientras las lamía.

-pues sólo las usaré contigo.

aquello me impactó y las lamí con más fuerza.

estuvo jugando conmigo durante un buen rato. me puso las botas sobre los hombros mientras yo estaba de rodillas para lamerlas mejor. me encanta la combinación de estas botas concretas, lisas y muy repujadas en la caña.

le quité los pantalones y le volví a poner las botas. mientras lo acariciaba y lamía las botas, El gemía y respiraba profundamente.

-¡Relájame!- gimió

me esforcé aún más.

entonces se levantó y sacó algo de una especie de bolsa de deportes que tenía a un lado. de un empujón me tumbó sobre la cama boca abajo y antes de darme cuenta me había esposado las manos a la espalda.

me sentí aún más impotente e indefenso, casi asustado. cada vez que tenía oportunidad me lanzaba sobre sus botas y EL me dejaba hacer.

de vez en cuanto la acción se detenía y El, sencillamente, me observaba. yo ya estaba desnudo, sólo con las botas puestas, como EL.

entonces cogió una mordaza de su bolsa de deportes. era una bola naranja, sujeta por unas correas de cuero. cuando la cerró en mi nuca metiéndola bien adentro en la boca el sabor del plástico me inundó. pronto comencé a babear mientras notaba la presión del metal en mis muñecas.

siempre de rodillas comenzaba a escocerme las piernas. EL me miraba mientras se masturbaba.

-¡Eres mio, todo mío!- decía - sin mi no eres nada.

mientras yo sólo podía asentir con la cabeza y emitir algún gemido. me levantó la cabeza sujetándome la barbilla. yo seguía de rodillas esposado y amordazado. la bola de la mordaza estaba empapada en saliva. nuestros ojos se encontraron y me estremecí.

entonces me quitó la mordaza y metió su polla en mi boca. comencé a comérsela cada vez más rápido mientras El gemía. estuve así un rato hasta que estuvo a punto de correrse. entonces me tumbó boca arriba en la cama y se derramó en mi.

me sentí feliz de darle placer de esa forma y El parecía complacido. me desató y hablamos un poco más hasta que nos dormimos. yo allí, a su lado, hasta la mañana siguiente.