a mi AMO le gustan las botas y las mordazas. una de las reglas de mi esclavitud es no hablar en su presencia hasta que sea preguntado. el silencio se convierte entonces en una forma de sumisión y obediencia.
cuando aún estaba iniciándome en esto del bdsm, recuerdo una conversación con un amigo que había tenido una experiencia estraña al respecto. estaba tomando un café con una pareja y salió el tema de la sumisión y los esclavos. uno de ellos admitió que ellos tenían ese tipo de relación y que el otro era su sumiso. mi amigo no se lo creía, así que el amo ordenó a su esclavo que no hablara a partir de ese momento, y le dijo a mi amigo que no volvería a hablar en toda la noche. mi amigo se sorprendió en extremo, pero el hecho es que, a pesar de intentarlo durante bastante tiempo, incluso a solas, el esclavo no dijo una palabra.
esta anécdota es algo que se me ha quedado grabada y que es algo recurrente. aún no tenía, ni remotamente, idea de que conocería a mi AMO, ni que a EL le gustaría el silencio. en un mundo como el nuestro donde hablamos sin parar y la mayoría de las veces no decimos nada, la vivencia del silencio se vuelve algo escandaloso. el silencio del esclavo le dijo a mi amigo mucho más que cualquier discurso sobre la sumisión.
1 comentario:
bueno, hay que reconocer que un eclavo desmedidamente locuaz puede llegar a ser una molestia. algo como un mosquito zumbando constantemente..
soy una gran conversadora, pero hay momentos, intensos, ante el Amo, donde es nuestro cuerpo esclavo el que habla por nosotros, la corporalidad, los ojos, los gestos son mas elocuentes que muchas palabras...
comparto contigo estos 42 dias felices,a los pies de tu Amo...
un beso
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