primero fue un trozo de tela que llenó su boca. luego varias vueltas de cinta de plástico que sellaron sus labios, y al final la ajustada capucha de cuero que mantenía todo firmemente en su sitio. cuando la puerta se cerró dejándolo en la más completa oscuridad, sus gritos se convirtieron en susurros y sus gemidos en llantos
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