lunes, 17 de noviembre de 2008

En la moto de mi AMO XXX

Cuando el camarero llegó mi Amo comenzó a pedir la comida. Mantuvieron una conversación en francés de la que no capté nada. de vez en cuando el camarero me echaba una mirada. yo mantenía la vista fija en la mesa, intentando no perderme nada con la mirada periférica pero tampoco dejando mi actitud sumisa, que debió ser evidente para todos los comensales del restaurante. aunque mi vista estaba sobre la mesa mi espalda estaba recta, los hombros hacia atrás y la cabeza ligeramente inclinada, los pies bien asentados en el suelo. la actitud también indicaba cierta superioridad frente a los restante comensales. el dildo ayudaba bastante a mantener esa postura ya que cualquier movimiento significiaba una oleada de sensaciones extrañas, entre dolorosas y placenteras, que recorrían mi cuerpo. cuando esto ocurría todo desaparecía y mi atención se centraba en el dildo y mi culo era lo único. al principio intenté luchar contra él pero luego pensé que lo mejor era que lo integrara y lo hiciera mio, que lo asumiera y no luchara contra él. cuando aprendí a hacerlo el dolor pareció mitigarse.

 -¿Te duele?- preguntó El. de pronto volví a la realidad, como despertando de un sueño. el camarero se había ido y me estaba hablando.

-no demasiado, Amo, lo puedo soportar-dije, con gran esfuerzo para no parecer desesperado.

-eso es cierto, pero ya tienes tu castigo. lo llevarás puesto un cuarto de hora más de lo previsto por mentirme.

-si, Amo- contesté mientras agachaba la cabeza y mi cara ardía de vergüenza.

-Estamos aquí como parte de tu entrenamiento. mira a tu alrededor- así lo hice- esta gente cree que es feliz, pero no lo es porque no han llegado a lo profundo de sí mismos. no han llegado a vislumbrar lo que realmente son, lo que quieren, lo que desean. viven engañados con sus cosas, sus relaciones, sin capacidad para enfrentarse con ellos mismos. yo evitaré que eso te pase a ti.

    estaba completamente absorto en sus palabras. no podía quitarle l avista de encima. el olor a cuero impregnaba todo a mi alrededor. el dildo había desaparecido. cualquiera hubiera dicho que estaba hipnotizado.

-has decidido comenzar un camino- continuó- que no abandonarás. yo no te dejaré. lo perderás todo, para ser mio. y siendo mio te encontrarás a ti y a la verdadera felicidad.

    sus ojos me taladraban y a medida que hablaba notaba como iba entrando en estado de sumisión profunda. aquellas palabras me estaban tocando y mucho. era como si me estuviera encogiendo, concentrado en mi interior. todo pareció desaparecer a mi alrededor. solo existía El.

-....te has entregado y he tomado posesión de ti. ahora tengo que enseñarte a ser un auténtico esclavo y a comportarte como quiero que te comportes.

    su voz me envolvía y yo me iba relajando. era una sensación extraña, como verme y ser consciente de mi, pero desde fuera. de pronto me sentí en paz, no me importaba nada, vivía el momento.

-....quiero que estés siempre donde y como estás ahora ¿entiendes?

-si, Amo-contesté yo, pero no era yo. no había decidido decir esas palabras, ni pronunciarlas. habían salido a pesar mio. miraba fijamente sus ojos, profundos, eternos, no había otra cosa. ¡Dios mío! ¿qué me pasaba? no podía moverme, quería mover el brazo y le ordené que lo hiciera pero no respondió, no hizo nada. lo mismo con las piernas, la cabeza.....¡Dios! no podía apartar la mirada.

-no te resistas, perro, es inútil. acepta su destino.

"¿Qué destino?" quise decir yo, pero nada salió de mi boca. mis labios ni se movieron. estaba allí rígido, inmóvil. de pronto El estiró su pierna izquierda, dejando ver su brillante bota negra.

-está sucia ¡limpia!

"¿que limpie?", pensé. "¿allí? ¿quiere que le lama la bota aquí?. no podré". mi mente estaba en estos pensamientos cuando mi cuerpo comenzó a moverse. me levanté con lo que el dildo volvió a hacerse presente. estaba asustado. no era yo el que hacía aquello, me movía por impulso que yo no controlaba. cuando me arrodillé percibí las miradas de la gente y sentí mi propia vergüenza. el corazón me latía rápidamente, y cada vez más. y entonces allí mismo, le lamí las botas. las recorrí de la punta al tacón, por todas partes, con toda la lengua fuera de la boca, lentamente. no podía creer que estuviera haciendo eso allí, delante de toda aquella gente. aquel no era yo, o al menos no era la persona que yo había creído siempre que era.

 cuando retiró la bota me quedé a cuatro patas sobre la moqueta.

-sube y siéntate-dijo. su voz era suave, con autoridad pero en un tono bajo. no necesitaba más, mi cuerpo no me obedecía. aunque hubiese querido hacer lo contrario de lo que decía no lo hubiese podido hacer.

al sentarme el dildo volvió a hacerse presente. en ese instante el camarero trajo la comida. yo seguí con los ojos puestos en mi Amo.

-vamos, perro, come- dijo y chasqueó los dedos.

en ese instante volvía controlar mi cuerpo, pude, al fin, bajar la cabeza, levantar el brazo y la pierna. entonces lo miré, con una cara que era mezcla de miedo, admiración, sorpresa, veneración, desconcierto, duda y sumisión. ¿qué había sido aquello? ¿qué habría hecho conmigo? por supuesto no me atreví a preguntar y comencé a comer.

(continuará)  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un relato precioso, cargado de sentimiento y sumisión. Objetivamente pienso que todo es poco para contentar a un AMO y que esa sensación de tener el dildo e público es inexplicable, de saber que estas obedeciendo. Me ha gustado mucho, felicidades y gracias por hacer más grande el blogomundo del BDSM.


hund[MH]