cuando me despertó el ruido de la porra contra los barrotes, lo primero que sentí fue el escozor del culo y mis músculos completamente entumecidos. estaba agotado. no sabia cuánto tiempo había pasado. la luz seguía encendida y no había ventanas que sirvieran de referencia con el día y la noche. mis ojos me pesaba. no sabía si por falta de sueño o por el exceso. no sabía qué hora era, y, la verdad, tampoco sabía en qué día estaba..
mi Amo seguía moviendo la porra contra los barrotes produciendo ese ruido que me había despertado. más que levantarme me dejé caer al suelo, a cuatro patas, tal y como me había ordenado. no quería despertar su furia conmigo. iba a ser muy obediente. apenas tomé conciencia de mi cuerpo me di cuenta de que tenía ganas de ir la baño, y muchas ganas. El abrió la celda y entró. llevaba su uniforme completo de cuero: desde las botas hasta la gorra pasando por los guantes, pantalones, camisa...todo. lo primero que me llegó de El fue su olor a cuero que lo envolvía y lo precedía. casi inmediatamente noté como mi polla se iba poniendo dura y aumentaba la presión con mis ganas de orinar. es una situación muy difícil para mi porque no puedo orinar cuando la tengo dura pero es que al ponerme cachondo aumentan terriblemente mis ganas de hacerlo. instintivamente me mordí el labio inferior y EL se dio cuenta. se paró mientras venía hacia mí y en dos segundos se dio cuenta de la situación. pude percibir una ligera sonrisa en su labios.
-¡Levántate!-dijo- y siéntate en el retrete, quiero que hagas tus necesidades.....ahora.
me levanté y la erección se hizo evidente. me senté en el retrete como había ordenado pero mi polla apuntaba en otra dirección. si hubiese meado entonces habría creado un charco en medio de la celda.
-¡Mea!-dijo EL.
yo cerré los ojos e intenté concentrarme, dejar de pensar en El, dejar de olerlo.
-¡Abre los ojos!-dijo El. Definitivamente no iba a ser fácil aquello. los abrí. respiré profundamente e intenté pensar en otra cosa. la erección comenzó a bajar y entonces lo noté. su mano enguantada me estaba acariciando la nuca. inmediatamente la polla volvió a ponerse como el asta de una bandera.
comencé a jadear mientras intentaba pensar en otra cosa. El siguió y pasó por la mejilla hasta ponerlo justo delante de mi nariz. la siguiente inspiración de cuero hasta lo más profundo de mi cerebro. su otra mano entró en acción, esta vez acariciando mi pelo. yo tenía los dos brazos caídos a lo largo de mi cuerpo. instintivamente comencé a levantarlos para tocarle.
-Ni....se.....te.....ocurra-dijo alargando las palabras.
mis brazos quedaron congelados inmediatamente a los lados, mientras El ponía su mano sobre mi boca, justo debajo de mi nariz con lo que el olor ya no era en oleadas sino constante. mientras esto pasaba mi cuerpo de cintura para abajo estaba gritando.
había llegado ya a ese punto donde uno empieza a cerrar las piernas para evitar que la orina salga pero la erección, que ya alcanzaba 45 grados con respecto a mi abdomen, esa una especie de tapón que no me dejaba hacer nada. A la vez aquella situación tenía extrañamente cerrado mi culo, aunque tenía unas ganas enormes de cagar. todo aquello presionaba mi cerebro pero yo lo tenía bloqueado. el olor a cuero me había drogado y evitaba que en mi mundo existiera algo diferente a El.
-Quiero que mees-dijo-Tienes 30 segundos para hacerlo.
aquellas palabras parecieron despertarme de mi viaje. abrí los ojos desmesuradamente y lo miré mientras mi polla, completamente erecta, brillaba y temblaba de excitación, como intentado levantarse más y llegar a mi ombligo para golpearlo. estaba dura como pocas veces la había visto. gemí pero la mano seguía en mi boca. mis brazos parecía que no me pertenecían. aquella situación tan simple y estúpida se estaba convirtiendo en uno de los peores tormentos que nunca había pasado. estaba completamente inmovilizado, sólo mis ojos lo miraban a El, suplicantes. inmediatamente vi que estaba disfrutando y el tiempo pasaba. hice un esfuerzo e intenté mear. fue imposible. notaba como el tiempo pasaba y acepté mi destino: iba a fracasa. su mano seguí en mi boca con lo cual no solo olía su cuero sino que empecé a saborearlo. la otra mano no paraba de acariciarme, evitando que mi polla relajara la tensión.
(continuará)
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