martes, 3 de abril de 2007

En la moto de mi Amo X

Ya estaba hecho. No había marcha atrás y lo sabía. Aunque quisiera, ellos no me dejarían. Había cruzado una puerta sin retorno. No sé cuanto tiempo estuve con la frente pegada al suelo, esperando. Me pareció una eternidad pero entonces oí la voz del Amo que había hablado en representación de todos.
-¡Sea!
Como si sus palabras hubieran activado un resorte los esclavos que me habían llevado hasta allí me volvieron a levantar y me llevaron por el subterráneo cruzando pasillos. Pensé que me llevaban a la celda de donde había salido pero al final franqueamos una puerta y entramos en una habitación. Supe perfectamente que me esperaba otra sesión porque la estancia era una mazmorra perfectamente equipada con todo lujo de artefactos: cadenas, ganchos, una cruz, una silla de bondage, un sling. En las paredes colgaba todo lo necesario: capuchas, látigos, esposas.
Muy hábilmente los esclavos me llevaron al centro de la habitación, me quitaron las esposas y me pusieron unos brazaletes de cuero que engancharon a unas cadenas. Hicieron lo mismo con mis pies y entonces, utilizando algún mecanismo que se activaba cerca de la puerta, las cadenas se tensaron. No sé si tenían esa orden, pero quedé todo lo abierto que era posible. Mis pies casi no llegaban al suelo, obligándome a estar de puntillas y notaba un pinchazo en mis brazos debido a la tensión. Por supuesto para entonces mi polla estaba dura. Los esclavos se acercaron y me miraron, supongo que disfrutando de mi mueca de dolor. Entonces me amordazaron con una polla de goma y me vendaron los ojos con un antifaz. A los pocos segundos ya estaba desorientado, pero me concentré en escuchar. No oí nada, no podían haberse ido y sin embargo no oía ni su respiración.
El tiempo pasaba y notaba cómo mis músculos se iban agarrotando, especialmente los de los brazos. Unas descargas como de electricidad, pequeñas al principio, iban recorriendo mi cuerpo. Los músculos empezaban a doler de estar tan tensos. Comencé a sudar. Notaba como las gotas caían por mi frente, mi pecho y mi espalda.
-¿Sufrirás por mi?
Su voz me asustó, más por la sorpresa de escucharla que por su tono. Lo había dicho con mucha tranquilidad, casi con dulzura pero no esperaba que estuviera allí. Había entrado muy sigilosamente y la verdad es que me había cogido por sorpresa. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mezcla de excitación y miedo.
-¿Sufrirás por mi?- repitió
Asentí con la cabeza. ¿qué otra cosa podía hacer? El sudor se incrementó. No podía escapar de allí... pero es que descubrí que no quería hacerlo.
-¡Cuenta!
Apenas escuché el sonido del látigo antes de alcanzar mi espalda.
-ummnononmoo- grité mientra el dolor de mis músculos desaparecía y mis sensaciones se concentraban en el ardor de mi espalda.
-doomsmsfsf-mis dientes se clavaron en la mordaza mientras mi cuerpo intentaba huir de la situación, consiguiendo únicamente que me balanceara ligeramente.
-trrmmmeremm-intenté concentrarme en la respiración para soportar el dolor, que estaba siendo intenso. Como otras veces, El pareció leerme el pensamiento.
-No luches contra él, deja que fluya, que te atraviese y que se vaya.
Me concentré en esas palabras intentando hacerlas mías, deseando que fuera así, y entonces llegó otro.
-cummtmmrmtmo.
Y entonces me di cuenta de que mi polla estaba durísima y que no podía evitar estar excitado. Me concentré y bajé un escalón en mi grado de conciencia. Dejé de contar, porque casi no me daba cuenta de los latigazos. Al principio pensé que me había desmayado, pero era plenamente consciente de cuanto pasaba, así que no podía ser eso. Sencillamente estaba allí sintiendo como mi Amo me azotaba. No había nada más, no había nadie más, sólo El y yo. Ese era mi universo.
Su abrazo me devolvió todos los sentidos. El tacto del frío cuero sobre mi ardiente espalda. Me estaba abrazando. Sus manos recorrían mi pecho.
-Muy bien hecho, perro ¿has visto como puedes dejarlo fluir? ¿estás bien?Asentí con la cabeza y emití un ligero gemido. Mis músculos volvieron a existir y mi espalda me dolía enormemente. Pensé que iba a desmayarme.Los esclavos ayudantes me descolgaron y me sujetaron para evitar que me cayese al suelo. Me transportaron en volandas hasta una camilla donde me tumbaron boca arriba y me aseguraron con correas. Sentí la mano de mi Amo acariciándome la cabeza.
-Descansa ahora, duerme.-Y como siempre, obedecí.
(continuará)

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