miércoles, 7 de febrero de 2007

Reflexiones personales IV

La Biblioteca Insular tiene un servicio en la planta baja. Para llegar al de los varones hay que subir una angosta escalera que tuerce hacia la izquierda y lleva a una habitación pequeña donde hay tres urinarios. Más al fondo hay dos cubículos y dos lavamanos. No tiene ventanas, los únicos huecos son dos aberturas en la pared que da a la escalera por donde apenas cabe una mano. Es lo más parecido a una mazmorra que conozco. Cuando voy allí se me dispara la imaginación. Con la puerta cerrada tiene las dimensiones perfectas para mantener un esclavo encerrado, incluso para convertirlo en mazmorra. Los cubículos podrían ser las celdas porque apenas cabría un esclavo estirado en el suelo. ¿cómo tiene que ser vivir así? ¿cómo podría llevarse lo de vivir como un auténtico esclavo preso? Mi mente no puede evitar fantasear y dejarse llevar: vivir esperando que tu Amo abra la puerta para usarte, el tiempo de espera y de silencio, la necesidad de renovar constantemente la sumisión, etc. Porque no sería cuestión de una opción de un día sino de renovar la aceptación y el compromiso dado un día. Me llama la atención el ser apartado de todo y de todos, el perderme en el anonimato de una esclavitud real. Pertenece esto a la fantasía y posiblemente no soportaría llevarlo a la realidad ¿o si podría?

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