martes, 23 de mayo de 2006

En la moto de mi Amo VII


Unos segundo más tarde el Amo volvió a a cercarse a la mesa. Cogió una cadena de perro, se acercó al esclavo y se la enganchó a la anilla que colgaba por la parte delantera del collar. El esclavo inmediatamente pareció recuperarse y se puso a cuatro patas, como un perro, con la barbilla levantada. Pareció como si le hubieran activado alguna clave o apretado un interruptor. Me admiró y sorprendió que aún tuviera fuerzas para servir así a su Amo. Casi como si estuviera ensayado el Amo comenzó a caminar hacia la puerta llevando la correa, justo a la velocidad adecuada para que el sumiso lo pudiera seguir a cuatro patas. Sin duda había sido una escena impresionante y mi polla había estado dura todo el tiempo. Como las esposas estaban unidos al collar no pude tocarmela, y en cualquier caso tampoco podía haberlo hecho porque no tenía permiso de mi Amo. Cuando salieron Amo y sumiso por la puerta volvía a quedarme solo. Me entretuve observando el lugar. Seguía sin duda, o al menos hubiera apostado algo porque así era, en el sótano, bajo la mansió donde me había llevado mi Amo. No sé cuánto tiempo había pasado. Como no había ventanas podía ser cualquier hora del día o de la noche. Recordé que habíamos quedado el viernes por la tarde así que estaba casi seguro que no sería liberado hasta el domingo por la noche o el lunes por la mañana. La habitación era grande, a la derecha estaba la cruz donde había estado el sumiso y a la izquierda la mesa auxiliar. Las paredes eran de cemento visto y había unas tuberías que supongo servirían para ventilar en sustitución de las ventanas. Mi celda estaba en el centro de la pared más opuesta a la puerta. Tal vez había otras celdas a mi izquierda y a la derecha pero no podía comprobarlo. Las paredes y las rejas de mi confinamiento llegaban hasta el techo, no muy alto, y unas mortecinas bombillas eran la única iluminación que daba al lugar un aire mortecino.
Poco a poco comencé a tener más conciencia de mi cuerpo, de lo dolorido que estaba por la última sesión que había tenido con mi Amo. Una vez situado en el lugar todo en mi interior comenzó a hacerse realidad. El dolor me llevó al recuerdo que me llevó a un dolor más intenso, el sentido en aquel momento. Mi polla volvió a endurecerse....otra vez.
Lo que más me extrañó fue que no sentía ningún miedo. Allí estaba, esposado en una celda, en un sótano de una casa que estaba en un lugar que desconocía. Y confiaba. Sabía que iba a sufrir, que antes de que saliera de allí iban a pasarme muchas cosas, algunas muy intensas. Sabía que aquella experiencia iba a transformarme definitivamente pero estaba dispuesto a recorrer ese camino. Por si quedaba alguna duda sabía que saldría de aquel sótano siendo un auténtico esclavo de mi Amo, estaba dispuesto a entregarle su volutnad, haría todo lo que El quisiese, le serviría y viviría para El. Estaba convencido: todo lo demás sería secundario.
Estaba metido en estas reflexiones cuando la puerta se abrió de pronto. Entraron tres esclavos. Todos llevaban collar, muñequeras y tobilleras y estaban desnudos pero dos de ellos llevaban en volandas al tercero que reconocí inmediatamente como el esclavo que había unos minutos había salido como un perro tras su Amo. Estaba inconsciente o al menos su cara caía como si lo estuviese. Las manos las llevaba atadas a la espalda. Se encaminaron hacia la derecha de donde estaba. Oí el ruido de una puerta de barrotes abrirse y de reojo, ví como lo echaban dentro. Entonces fueron hacia donde yo estaba y abrieron la puerta con una llave que llevaban. Yo esperaba que viniera mi Amo a buscarme así que me asusté y retrocedí arrastrándome por el suelo. Ellos rápidamente me sujetaron los brazos y me levantaron, sacándome de la celda. Antes de salir de la habitación pude mirar hacia atrás y ver cinco celdas, todas con inquilinos salvo la mia que ahora permanecía con la puerta abierta.

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