lunes, 15 de agosto de 2005

Una sesión fuerte

Ayer hablé con M. y me propuso mantener una sesión hoy a las siete. Le contesté que sí y a las siete menos diez estaba tocando en al puerta de su casa. Tal y como habíamos quedado, abrió la puerta y yo esperé unos segundos. Entré en la casa y cerré la puerta tras de mi. El se había ido al salón para darme tiempo a cambiarme. Me quité las botas para deshacerme de los jeans y le siguió la camiseta. Luegos, de mi bolsa saqué los pantalones y el chaleco de cuero y me los puse. Es increíble el efecto que la ropa de cuero tiene en mi. Me pone inmediatamente.
Volví a meterme las botas con alguna dificultad porque son altas y tenía cierta prisa. Me arreglé los bajos de los pantalones y me miré al espejo: botas, pantalones de cuero negro, chaleco de cuero sin nada debajo; definitivamente estaba preparado para la sesión.
Entré sigilosamente en el salón y allí estaba él, sentado en su sillón. Tenía puesto un arnéss y encima una chaqueta de cuero negros, gorra y un suspensorio. Unas botas y unos guantes completan su vestimenta. Con al cabeza gacha me acerqué y arrodillé delante suya. El señaló con un dedo las botas e inmediatamente me puse a lamerlas. Primero fue su bota izquierda. La lamí profusamente, recorriendo cada trozo, llegando todo lo arriba que podía. Hice varias pasadas para no dejarme ningún rincón sin recorrer. Luego pasé a la bota derecha.
Cuando ambas quedaron brillantes me acercón, aún estando de rodillas y me recosté sobre él. Me acarició y me dijo que me trnauilizara, que estab todo bien. Me levantó, me puso el collar y un arness de cadenas. Luego me hizo quitar las botas y los pantalones y me quedé desnudo salvo por el arnéss y el chaleco encima. Me colocó una cadena y me dijo que íbamos a ir al dormitorio primero a jugar un poco, pero tuve que ir a cuatro patas como los perros.
En el dormitorio estuvimos jugando en una relación más tipo daddy/boy que Amo/esclavo aunque en un momento dado me esposó y me amordazó con una mordaza de bola que yo había llevado. Durante todo el tiempo estuvo trabajándome el culo con los dedos. A mi eso me pone un montón y cuando están un rato pierdo completamente el sentido. Hasta ese punto llegué con M. Por eso me espoo y me puso la mordaza, para controlarme. Luego me vendó los ojos y estuve aún más indefenso. El tiempo pasaba y yo no me daba cuenta. En un momento pensé que iba a estallar y a volverme loco.
De pronto paró y me llevó al salón esposado, con mi voluntad anulada, amordazado y con los ojos vendados. Allí estuvo haciendo algo mientas esperaba de pie. Entonces me desaró, me quitó la venda y la mordaza. También el arnés. Entonces me dio la vuelta y vi su última herramienta, Era una especie de banco del ancho de una puerta, llena de agujeros a espacios regulares enc ada lado y un gran agujero cuadrado en el centro. Había unos cojines planos puestos encima del banco que le levantaba unos pocos centímetros del suelo.
M. me hizo acostar y primero ató los tobillos con tiras de tela. Luego me puso unas muñequeras de cuero que también unió al banco con tela. Luego gue por el cuello y pasó varios trozos por la argolla del collar uniéndola firmemente al banco de bondage. Aún tenía cierta movilidad así que cogió tres correas que pasó por debajo del banco y apretó a la altura del pecho, la cintura y los muslos.
Entonces me retó a liberarme y lo intenté con todas mis fuerzas pero no pude. Le dije que era una cuestión de tiempo y me contestó que no importaba, que teníamos toda la noche.
Comenzó a jugar conmigo. Tenía acceso directo a mi culo por el agujero del centro del banco. Yo intentaba liberarme y me agitaba pero sin resultado. M. temiendo tal vez que tuviera éxito, me envolvió las manos en cinta aislante. Primero me hizo cerrar los puños y los envolvió de forma que no podía abrirlas. Parecía muy satisfecho de su trabajo, especialmetne cuando intentaba liberarme y no podía.
Llevaba ya un rato allí cuando se acercó con la mordaza. No sé por qué pero me resistí y le dije que no me la iba a poner. Por supuesto se enfadó. Me dio dos bofetadas. Como resistía me tapó la naríz y aún así no pudo. Me amenazón con meterme un dildo por el culo si no abría la boca. Inmediatamente sopesé las posibilidades y abrí la boca. Como castigo la apretó más de lo normal.
Luego estuvo usándome un buen rato, sobre todo centrándose en mi culo que a estas alturass estaba escociéndome bastante.
No sé cuánto tiempo pasé allí, pero ya estaba entumecido. Entonces M. me desaró y fuimos al baño. Pasamos a un sexo más vanilla en el sentido de más caricias, besos y comencé a comérsela, profundamente, con muchos movimientos. Oía constantemente sus gemidos y sabía que se estaba poniendo muy, muy cachondo.
Cuando llevábamos un tiempo así me metió en la bañera y comenzó a orinarme, aumentando y reduciendo el flujo de su orina a voluntad. SIempre me soprende esa capacidad que tiene para controlar su orina. Me insultaba y me decía palabrotas, mientras también me escupía. Yo estaba tumbado en la bañera mientras. Lo último que cayó sobre mi pecho fue su leche, mientras sus g

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