Ayer un Amo de Tenerife me puso en contacto con un viejo conocido. Nos habíamos encontrado hace unos años y luego nos perdimos de vista. Durante este tiempo él se había perfilado como Amo y yo como esclavo. Chateamos un rato y hoy quedamos para tomar café. Me citó en el aparcamiento del Centro Comercial La Ballena. Nada más llegar me hizo seguirle hasta su coche. Me hizo subir y fuimos a una gasolinera a lavarlo en una máquina. Durante el tiempo que tardamos en llegar a la gasolinera me mostré sumiso y obediente. Mientras el coche estaba lavándose estuve a su lado, ligeramente atrás a su derecha. Me ordenó ponerme firme y no mirarle directamente a la cara sino al suelo. Por supuesto obedecí.
Luego fuimos a otra gasolinera cerca del Polígono Industrial de Las Torres para limpiar la parte interior. Comenzó él pero rápidamente me dio el aspirador para que terminase. Mientras tanto estuvimos hablando de nuestros gustos, limites, expectativas, etc. Cuando terminamos condujo hacia el interior del polígono. Al ser día de fiesta no había nadie salvo unos conductores de ambulancias y unos jóvenes arreglando una moto. Llegamos a una zona donde había varios solares. Allí paró el coche.
Al parecer en nuestra anterior etapa yo no me comporté adecuadamente y fluí grosero. Por supuesto esto merecía un castigo así que, además de tirarme d ella perilla fuertemente me pegó dos bofetadas. La polla, que se había animado desde que nos encontramos, se me puso muy dura. Le dí las gracias. Luego hablamos un poco más sobre nuestras visiones de una relación D/s. Yo estuve todo el tiempo mirando al suelo, incluso cuando me dio las bofetadas.
Entonces él levantó la pierna. Tenía puestas unas zapatillas deportivas marrones de cuero. Me preguntó si me gustaban y casi sin esperar la respuesta estiró la pierna hacia mi lado del coche y me dijo que estaban sucias, que tenía que limpiarlas.
Me puse manos a la obra. Lamí las zapatillas, al principio lentamente,pero pronto fui entrando en la tarea y cada vez lo hice con más deseo. Quería que quedara muy limpia, quería que este Amo que estaba a mi lado se sintiera orgulloso de mi. Sentí como su poder empezaba a entrar en mi. Cuando terminé pareció gustarle y dijo que me había portado bien y que lo pasaríamos en grande juntos.
Entonces arrancó y volvimos hacia La Ballena donde yo tenía el coche. Por el camino me acarició el cuello y la cabeza y me preguntó si estaba bien, que a él le gustaba cuidar de sus cosas. Aquel detalle me encantó porque funciono mucho con una combinación de dureza y suavidad. Sentí que había echado un anzuelo y yo al menos, me había enganchado en él. Cuando íbamos de camino me preguntó qué me apetecía y le dije que pasar la noche esposado en un sótano sin posibilidad de escape. Cuando aparcamos en La Ballena sacó algo de su bolsillo: unas esposas envueltas en un pañuelo amarillo y atados con una cuerda. Me gustaron mucho porque además tenían un diseño como antiguo, no eran las esposas tradicionales que todo el mundo tiene. Quedamos en seguir en contacto y que esta noche lo llamaría a las diez y media a ver si él dejaba que mi sueño se convirtiera en realidad y pudiera pasar la noche en un sótano.
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