jueves, 6 de enero de 2005

De compras con mis Amos

Ayer por la mañana J y C me llamaron para que nos viéramos esa tarde. Querían que les acompañara a comprar varias cosas. Al final quedamos sobre las seis en El Corte Inglés de Mesa y López. Por diferentes razones llegué a las cinco y diez. Me entretuve viendo los libros, los ordenadores y los DVDs. Cuando me día cuenta eran casi las siete menos cuarto. Les llamé y estaban en un atasco por el aeropuerto pero me dijeron que esperase y así lo hice. Cuando llegaron no había aparcamiento así que tuve que me ordenaron que saliera y que ellos me recogerían en la puerta porque tenía que acompañarles a un sitio. Así ocurrió y fuimos al Centro Comercial El Muelle a aparcar. Al salir J cogió su chaquta y cuando habíamos andado unos cuantos metros C se dio cuenta de que la había dejado en el coche. Me mandaron a buscarla y obedecí. Inmeditamente me di cuenta de que debido a la gran cantidad de gente que había en la calle haciendo sus compras hoy iba a ser dominado sutilmente.
Cuando salimos del centro comercial hacia la calle que ellos buscaban C sintió calor y me dio la chaqueta para que la llevara. Me cuidé mucho de ir varios pasos por detrás de donde iban ellos. En un momento J se detuvo y yo también. El motivo no fue otro que comprobar si yo iba atento y si me atrevía a sobrepasarlo caminando.
Llegamos a la tienda y ellos hicieron sus compras mientras yo esperaba dócilmente fuera. Al salir también J me dio su chaqueta y la bolsa donde iba lo que habían comoprado. Así que yo llevaba todo y ellos iban sin nada en las manos. Por supuesto aquello me gustó.
Cuando desandábamos nuestros pasos se detuvieron en un escaparate a ver unas cámaras de dvd. Discutieron entre ellos la conveniencia de comprarla o no. Entonces C me preguntó que qué opinaba. Yo contesté: “estoy aquí para obedecer, no para opinar Señor”. Ambos sonrieron y J dijo, “parece que está aprendiendo buenos modales”.
Yo tenía que marcharme rápido pero no querían irse sin una muestra de sumisión así que en un rincón del Parque Santa Catalina me hicieron sentarme en un bordillo y J puso su zapa en mi rodilla para que la lamiera, cosa que hice inmediatamente. Luego C hizo lo mismo con los botines en los que había bebido el primer día. Fueron unas lamidas rápidas, pero suficientes.
Me emplazaron para el día 7 a las 10 de la mañana para dar una vuelta por la isla. Me ordenaron llevar una cuerda y que me preparara porque no sólo iba a ser una vuelta turística.

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