lo principal de hoy ha sido, sin duda, la llamada a capítulo con mi Señor. cada viernes mi Señor convoca a su objeto y esto le confiesa los fallos de la semana. mi Señor los juzga y pone castigos o los perdona, y a continuación aprovecha para dar alguna enseñanza o mostrar al objeto algún aspecto del que no era presente. los pecados de hoy se han concentrado en hablar más de la cuenta en determinadas circunstancias y en no ser diligente a la hora de solicitar permiso a mi Señor. desde hace algunas semanas el objeto debe poner bajo las botas de mi Señor cuando comienza una actividad y terminar la frase con ".....si mi Señor da su permiso". eso es para comer, descansar, viajar, estudiar, escribir, leer o cualquier actividad que realice el objeto. se trata de tener siempre presente a mi Señor, en todo momento, y no dejar que las cosas ocurran sin que Él esté presente de alguna manera. mi Señor ha impuesto varios castigos al objeto por sus faltas. una de ellas es caminar por la calle durante una hora con la cadena puesta al cuello, darse 120 azotes, 60 en cada nalga y por la última falta mi Señor ha ordenado que el objeto se ponga la penitencia y esto ha dicho casi inmediatamente hacerle una ofrenda a mi Señor con una estatuilla de las que suele coleccionar. casi inmediatamente le ha dado una que precisamente estaba mirando y considerando comprar. son este tipo de cosas lo que llama la atención al objeto, y a mi Señor. podría haber puesto cualquier otra penitencia pero el objeto dice eso y justo mi Señor tiene una en mente así que parece que todo estaban preparado cuando no es así. en unos minutos el objeto ha ofertado la estatuilla a mi Señor. lo más importante de la "llamada a capítulo" es que el vínculo entre objeto y Señor se refuerza inevitablemente, aún más. es como si profundizara en la sumisión, como si mi Señor apretara aún más el collar y tirara aún más de la cadena, con lo cual el objeto se aleja del mundo y se acerca más a su encierro definitivo.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.