a veces, demasiado a menudo, tenemos que vivir en la oscuridad. pero es que el objeto no quiere, si pudiera querer algo, vivir en la luz. la luz estropea el cuero, degrada el latex y hace difícil llevar botas. la oscuridad es nuestro entorno natural, donde ocurren cosas que deben quedar ahí. vivimos en sótanos, donde están las mazmorras, bajo las luces artificiales y donde nadie, o casi nadie quiere vivir porque ahí es donde estamos cómodos. no necesitamos aceptación. podemos mostrar nuestra Dominación y sumisión en lugares seguros bajo fuertes puertas con porteros y tras muros de hormigón. no quiero ser normal. no quiero vivir a la luz. dejemos eso para los normales. añoramos que un contrato de esclavitud sea público, pero hay formas ya establecidas para que el control económico, físico, psicológico incluso, sea legal. no necesitamos la normalidad. hay que reivindicar vivir en las sombras, apartados de los otros, viviendo nuestra existencia, obedeciendo y adorando a nuestros Amos. no necesitamos cultos públicos. hay que cambiar nuestro interior y lo demás vendrá por sí solo.
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