cuando todo está en calma, cuando la paz y la sumisión son profundas, uno suele esperar lo peor. sin embargo también es posible no esperar nada, especialmente si eres un objeto. el trabajo de este objeto es no sentir, no esperar, no pensar, no desear.... sencilla y únicamente obedecer. obedecer y obedecer, esa es la única razón de la existencia del objeto y es el sentido de su entrenamiento diario, constante, permanente. mi Señor es consciente de ello y trabaja cada día para que así sea. no deja ningún espacio ni margen para que el ego salga y se imponga. no tiene sentido que así sea. de serlo sería un paso atrás, que no un fracaso, porque mi Señor ya ha dejado claro al objeto que el fracaso no existe. para que exista uno debe ser humano y desear algo, y no es el caso. paradójicamente la esclavitud total ha significado la libertad total, porque no hay libertad sin responsabilidad, sin elección y al quitarte esta también te quitan aquello, con lo cual todo queda bajo las botas de mi Señor, que puede pisarlas o dejarlas como está. lo único que sabe el objeto es que, cada día se despierta y recuerda que pertenece a mi Señor y que Él es quien controla todo y que Él es quien guía y dirige todo y su objeto solo tiene que obedecer. así ha pasado el día de hoy y así espera que pase el resto de su existencia.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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