la esclavitud voluntaria es un camino y nunca se llega al final. si alguno cree que ha llegado eso solo significa que está al comienzo del camino. después de catorce años de entrenamiento, hoy el objeto le ha fallado a mi Señor y ha cometido una falta grave. como siempre todo ha sido un cúmulo de cosas. el trabajo no ha ido bien, sobre todo por un exceso de ego por parte de algunas personas ajenas, el cansancio acumulado de un mes resolviendo problemas, todas las tensiones de un lugar nuevo, etc. pero eso no es excusa para no confiar en mi Señor y dudar de Él. pues si, así ha sido. por supuesto mi Señor se ha molestado por el pecado del objeto y se ha enfadado. y no ha hecho falta nada más: ni castigo, ni siquiera elevar la voz, que afortunadamente el objeto no escuchó. fue suficiente tomar conciencia de que había ofendido a mi Señor pensando que se había olvidado de algo para que el objeto cayera en barrena y se hundiera profundamente, no en la sumisión sino en la desesperación y la tristeza. toda la tensión acumulada salió y el objeto perdió la ataraxia. todo eso ocurrió al final de la mañana. durante la tarde, en vez de castigar al objeto con su indiferencia, como merecía, mi Señor estuvo presente y al final de ella volvió a restaurar la existencia con su mera palabra. fue analizando la situación y llevando al objeto hasta donde debió estar y hasta donde debe estar siempre: bajo sus botas y su autoridad. mi Señor es el mejor terapeuta, el mejor psicólogo, el mejor Maestro que nadie puede tener. al final del día el objeto volvía a estar tranquilo y centrado. solo lo hizo con Su Palabra. el objeto iba casi notando como lo llevaba a donde quería mi Señor que estuviera. ha sido algo increíble y, al final del día, el objeto solo podía arrodillarse y adorar a mi Señor. quedan cosas pendientes que Él irá trabajando según considere pero queda una conclusión: tratar a un objeto como un humano es una crueldad. esa fue la conclusión de mi Señor, y actuará en consecuencia.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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