todo inferior que haya llevado unas esposas ha hecho este gesto. se trata de tensar la cadena, de probarlas, de ver si son realmente resistentes y hasta donde llega tu capacidad de movimiento. es como una prueba a partir de la cual ya sabes cuáles son los límites, qué puedes hacer y qué no. la primera impresión es lo resistente que son, lo fuerte que es la sujeción, y la siguiente darte cuenta de que, si te atan con cuerda existe una ligera posibilidad de liberarte, si eres habilidoso, pero aquí no. la única salida te la dan las llaves de las esposas. no hay más opción. al menos las tienes por delante y, aunque limitado, puedes hacer determinadas cosas. es cierto que pocas, y de forma bastante torpe, pero no estás incapacitado del todo. lo que si es completamente cierto es que, con ellas, no hay escapatoria posible.
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