no hay mejor calzado para un bdsm que las botas. en sí mismas constituyen un fetiche y, en el caso del objeto, una muestra de sumisión y obediencia. el Dueño siempre quiso un objeto botudo. en muchas ocasiones ha compartido el objeto que las botas constituían un fetiche pero no eran el primario, hasta que se convirtió en propiedad del Dueño. entonces pasaron a primer plano siendo, además, una de las señas de identidad del objeto: "el hombre de las botas", han llegado a llamarlo en el trabajo. por supuesto la afirmación es errónea de base, por lo de "el hombre", pero no se puede esperar que los humanos que rodean al objeto comprendan su auténtica naturaleza, ni se den cuenta de ella, como hizo el Dueño desde el primer momento. la cuestión es que los botudos son una parte importante de la comunidad bdsm, y entre ellos hay una jerarquía que viene determinada por esas botas. como venimos defendiendo en este blog, hay botas de Superiores y botas de inferiores, botas de Amos y botas de esclavos. hay botas que son neutras, o que parecen de un tipo pero realmente lo son de otro sencillamente por quien las lleva. lamerlas es signo de devoción, de sumisión. llevarlas puestas mientras se tiene sexo aumenta el placer. pisar con ellas el suelo por donde caminas manifiesta su poder. son un objeto polisémico, perfectas para el bdsm.
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