no podía dormir. daba vueltas en la cama y cada giro era
una aventura porque tenía que colocarse la jaula, evitar el dolor, los
pinchazos en la piel y un sinfín de cosas. cuando conseguí cerrar los
ojos, en una postura más o menos cómodo, la incomodidad volvía. no le
dejaba olvidar que estaba allí, presionando su miembro, impidiendo que
se masturbar, que se corriera. el Amo le había prometido que aquello
pasaría. confiaba que fuera así aunque hoy dudaba que volviera a dormir
bien nunca más.
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