entramos en el bar juntos. realmente el Amo iba delante y me llevaba por la cadena. había cumplido su promesa: un traje de bondage de cuero y una capucha que sólo dejaba ver los ojos. debajo de la capucha una mordaza mantenía en silencio al esclavo. esta noche el Amo lo decidiría todo, como venía haciéndolo en los últimos tres años.
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