a veces la polisemia juega extrañas pasadas. es curioso que la palabra que indica que somos protagonistas de una acción, sujeto, sea el participio del verbo que impide realizar cualquier acción: estar sujeto. tal vez sea una de esas paradojas que tanto nos gustan en el bdsm y que ha trascendido al uso del lenguaje. en cualquier caso es evidente que nos vamos a referir a la segunda acepción del término. estar sujeto es estar limitado bien por una serie de normas, bien por tener algún tipo de constricción, como unas esposas por ejemplo. la persona sujeta no es libre, no puede hacer lo que quiera, no puede decidir libremente cualquier cosa. si nos paramos a pensar, todos estamos sujetos a algo, siempre hay algo que nos condiciona. lo que hace el bdsm es hacer explícita esas sujeciones, y convertirlas en fuentes de placer, de satisfacción, de equilibrio y de paz. saber que tu entorno, que lo que puedes hacer, depende de la persona que tiene las llaves de tus esposas es saber que estás vinculado con otros de formas que ni eras capaz de imaginar. al final si va a ser que estar sujeto te convierte en sujeto de tu vida.
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