si hay algo que hace el bdsm es llevar el cuerpo, y la mente, al límite. lo fuerza hasta puntos que los vanilla consideran enfermizos. el dolor y el placer se viven más intensamente en el bdsm que posiblemente en cualquier otra práctica, y se confunden más también. hay una interrelación estrecha entre ambas hasta hacerse indistinguible en una relación sadomasoquista pura. no es de extrañar, por tanto, ver a lederones y bdsmeros tatuados o llevando piercings en muchas partes del cuerpo. forma parte de la estética, pero también de la ética. no nos los ponemos solo para lucirlos, sino para disfrutar, para hacer una declaración de intenciones, para decir a los vanilla que se pierden muchas cosas siendo tan políticamente correctos. a veces hay que perforar la piel y la carne para llegar a lo más profundo del alma.
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