el objeto dista
mucho de ser perfecto. no lo es ni nunca lo será. pero lo bueno de ser
un objeto es que tampoco tiene que serlo. hoy el objeto cometió una
falta, un pecado. una compañera de trabajo tuvo una emergencia con su
ordenador. perdió todo lo que tenía dentro y llamó al objeto
desesperada. el objeto salió a ayudarla y ni siquiera avisó al Dueño y
mucho menos lo puso bajo sus botas. se dejó llevar por el impulso del
momento, por la angustia de la compañera. en definitiva se comportó como
un humano. estuvo un tiempo ayudándola a recuperar la información del
ordenador y cuando volvió a casa afrontó la situación. el Dueño le hizo
caer en su error y castigó al objeto de una manera dura: el objeto
estará dos días sin la jaula. para cualquier otro sería un alivio, para
el objeto es un castigo durísimo. la jaula, como ha comentado en
repetidas ocasiones, ya no es un añadido, algo que el objeto tiene y se
pone. es lo que el objeto es. a falta de poder llevar la cadena con el
candado por el trabajo, la jaula se ha convertido en el símbolo de la
sumisión y pertenencia al Dueño. no llevarla es como cuestionar esa
pertenencia, como ponerlo entre paréntesis, en suspenso. para el objeto
es como perder su naturaleza. el sentido de su existencia, pero esto ha
caído en una falta y ofensa al Dueño y el equilibrio se debe restaurar.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega
No hay comentarios:
Publicar un comentario