el bdsm ya tiene una tradición, una larga tradición, la suficiente al menos como para crear códigos, rituales, comportamientos, creencias, en definitiva, una comunidad. uno de estos principios básicos es el de la desigualdad radical, el de la asimetría en las relaciones. da igual como se plantee, porque puede presentarse de muchas maneras, pero la base es la misma; uno está encima y otro está debajo, uno manda y el otro obedece. cuando este principio se lleva a su extremo, y hay gente muy dispuesta a llevarla al extremo, se producen situaciones como la que vemos hoy: uno pierde sus derechos y otro los mantiene todos, incluso adquiere unos nuevos, adquiere derechos sobre el inferior. esto puede resultar muy chocante a quienes, incluso llamándose practicantes del bdsm, quieren que sea aceptado socialmente y por lo tanto, reniegan de aquellas y aquellos que plantean cuestiones o viven situaciones más radicales. renunciar a los derechos es una cuestión intocable en el mundo actual y tal vez por eso es tan atractivo a los practicantes extremos del bdsm. muchas veces se entiende este extremismo en referencia al dolor o a la tortura, o a algunas prácticas como el barebacking. sin embargo esta forma de practicar el bdsm más radical es menos conocido.que lo que para los otros es un ser humano, renuncie voluntariamente a sus derechos en beneficio de otro, resulta inconcebible. y sin embargo ocurre, pasa, sucede y teme el objeto que es más común de lo que nos imaginamos, aunque solo sea porque muchos inferiores lo desean, aunque no hayan sido encontrados por los Amos que les hagan dar el paso.
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