cualquier sumiso que
piense que está completamente entrenado y que no necesita aprender más,
ha comenzado a fracasar. siempre hay que dar un paso más, siempre hay
que avanzar y aprender. someterse más, someterse mejor. no es una
cuestión capitalista de acumular, sino vivencial de que en cada momento
de tu existencia eres diferente y debes aprender a someter lo que eres
en ese momento. hoy ha pasado algo así al objeto. el Dueño ordenó al
objeto comprar unas determinadas figuras que quería, el objeto obedeció,
pero por un instante pensó que eran una tontería y una pérdida de
dinero. inmediatamente se dio cuenta de su error, de que había sido el
ego quien había hablado y no el objeto. aún así uso bajo las botas del
Dueño confesar y confesó lo que había pasado, sabiendo que no sería de
Su agrado y que traería consecuencias. y así fue. no sería capaz el
objeto de decir si se enfadó o sencillamente se sintió defraudado. en
cualquier caso ninguna de las dos cosas era aceptable. lo interesante
fue que el Dueño sabía que el objeto iba a tener ese pensamiento. el
castigo fue que el objeto se quitara las botas y los grilletes con los
que estaba en casa, así como la mordaza y estuviera todo el día como una
persona normal. parece una tontería pero fue un castigo muy duro, que
el objeto lo sintió profundamente. en el fondo el Dueño le estaba
diciendo que no era digno de servirle y eso le produjo una profunda
tristeza al objeto. el Dueño sabe perfectamente que los castigos físicos
son más llevaderos que este tipo de penas. este es el regalo que el
Dueño ha hecho al objeto en este día tan particular y esto no puede
dejar de agradecérselo.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega
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