el objeto no sabe
que pasa. tal vez sea porque hay bastante gente nueva en el trabajo del
objeto, pero ayer hubo un comentario sobre la muñequera y las botas y
hoy otro compañero ha vuelto sobre lo mismo. estaba el objeto en la
cafetería y este compañero al lado y le ha preguntado si las botas son
botas vaqueras, y el objeto le ha dicho que sí, y entonces este ha
comenzado una conversación, bastante nervioso por cierto, sobre ellas:
que si estaban chulas, que si eran llamativas, etc. el objeto ha
aprovechado y no le ha evitado ninguna situación "incómoda", dándole
tema y tirándole de la lengua. al final reconoció que le gustaban mucho.
tal vez si no hubiéramos estado en la cafetería con más gente, y el
objeto no fuera una propiedad del Dueño, sin duda habría conseguido que
se arrodillara, al menos para tocarlas, y con un poco de suerte
lamerlas. el hecho es que este compañero no pudo resistirse y puso en
evidencia que se sentía atraidas por ellas. llevar botas en canarias,
con el calor que hace, es significativo, muy significativo, y no pasa
desapercibido para nadie. y entonces las dos soluciones son las que
salieron ayer: o te gusta el rock o te va el sado. el tema es que el
objeto no resuelve el dilema, sino que lo deja ahí. no lo hace por
vergüenza o pudor sino porque el Dueño no le ha dado la orden. aceptar
que te va el bdsm siempre es como otra salida del armario, y como ocurre
con las salidas del armario, en determinados contextos puede ser
contraproducente. la verdad es que no sabe el objeto la reacción de
compañeros y compañeras si lo supieran, pero tampoco tiene que
preocuparse por eso, porque es algo que depende del Dueño y las
decisiones del Dueño, sean cuales sean, siempre son en beneficio del
objeto.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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