nunca hay que
confiarse, nunca hay que bajar la guardia. cuando como sumiso creas que
has llegado a la meta y has conseguido algo debes estar preparado porque
estás equivocado. la meta siempre, siempre, está más allá. esto lo ha
vuelto a comprobar el objeto hoy. se levantó satisfecho de sí mismo,
pensando que era un buen esclavo, un buen objeto, el mejor que el Dueño
podría tener. y poco después de desayunar el Dueño dejó claro que no era
así porque el objeto cometió una falta en una tarea que el Dueño le
había encomendado. y lo peor no fue esto porque era, hasta cierto punto,
comprensible, sino porque el objeto, ante la recriminación del Dueño,
se sintió injustamente tratado. tal vez la cosa hubiera pasado
inadvertida si no fuera porque el objeto se encuentra inmerso en un
proceso de entrenamiento de los sentimientos para, igual que el
pensamiento, la voz, el sexo o cualquier otra función humana,
desaparezca. tal vez a muchos lectores le parezca imposible pero ¿igual
de imposible que vivir en castidad permanente? ¿igual de imposible que
servir al Dueño durante dos días sin pronunciar palabra? ¿igual de
imposible que estar inmovilizado durante ocho horas sin pensar? estas
son cosas que el Dueño ha conseguido que el objeto viva y experimente,
con entrenamiento y disciplina, pero es posible. de todas formas hay
antecedentes. la ataraxia era el objeto de algunas corrientes
filosóficas: conseguir no perder la calma emocional ante situaciones
difíciles, ante cualquier situación. ¿qué pasaría si el Dueño ordena al
objeto servir a otro Amo? ¿besar otras botas? ¿chupar otra polla? o
incluso alquilarlo por dinero. estaría en su completo derecho de
hacerlo. y el objeto sabe que no podría negarse, esa parte de la
voluntad ya está dominada y controlada por el Dueño. ¿cómo se sentiría?
el objeto es obedecer, obedecer y obedecer. las botas del Dueño no se
quejan ni sienten nada si se las prestara a otro Amo, y el objeto es
menos que las botas del Dueño.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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