miércoles, 10 de noviembre de 2021

día 4318 de esclavitud, castrado permanentemente

nunca hay que confiarse, nunca hay que bajar la guardia. cuando como sumiso creas que has llegado a la meta y has conseguido algo debes estar preparado porque estás equivocado. la meta siempre, siempre, está más allá. esto lo ha vuelto a comprobar el objeto hoy. se levantó satisfecho de sí mismo, pensando que era un buen esclavo, un buen objeto, el mejor que el Dueño podría tener. y poco después de desayunar el Dueño dejó claro que no era así porque el objeto cometió una falta en una tarea que el Dueño le había encomendado. y lo peor no fue esto porque era, hasta cierto punto, comprensible, sino porque el objeto, ante la recriminación del Dueño, se sintió injustamente tratado. tal vez la cosa hubiera pasado inadvertida si no fuera porque el objeto se encuentra inmerso en un proceso de entrenamiento de los sentimientos para, igual que el pensamiento, la voz, el sexo o cualquier otra función humana, desaparezca. tal vez a muchos lectores le parezca imposible pero ¿igual de imposible que vivir en castidad permanente? ¿igual de imposible que servir al Dueño durante dos días sin pronunciar palabra? ¿igual de imposible que estar inmovilizado durante ocho horas sin pensar? estas son cosas que el Dueño ha conseguido que el objeto viva y experimente, con entrenamiento y disciplina, pero es posible. de todas formas hay antecedentes. la ataraxia era el objeto de algunas corrientes filosóficas: conseguir no perder la calma emocional ante situaciones difíciles, ante cualquier situación. ¿qué pasaría si el Dueño ordena al objeto servir a otro Amo? ¿besar otras botas? ¿chupar otra polla? o incluso alquilarlo por dinero. estaría en su completo derecho de hacerlo. y el objeto sabe que no podría negarse, esa parte de la voluntad ya está dominada y controlada por el Dueño. ¿cómo se sentiría? el objeto es obedecer, obedecer y obedecer. las botas del Dueño no se quejan ni sienten nada si se las prestara a otro Amo, y el objeto es menos que las botas del Dueño.

sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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