los practicantes del bdsm, los seguidores de una forma de vivir las relaciones de Dominación/sumisión, vivimos en una especie de dualidad permanente marcada por estos dos polos y que se reflejan en binomios constantes Amos/esclavos, placer/dolor, luz/oscuridad, cuero/latex, mandar/obedecer. al contrario de lo que pudiera parecer, más que extremos son límites entre los que nos movemos. es cierto que el objeto, y el Dueño, tienen cierta tendencia a polarizarse y a absolutizar dichos extremos, pero es nuestra forma de vivirlo, más bien la del Dueño, porque el objeto sólo sigue su senda. dentro del bdsm el abanico de posibilidades, de vivencias, es casi ilimitado. lo que parece una realidad para el objeto es que existe una interdependencia entre estos extremos. cuanto más se potencia uno, más se potencia el otro. la única respuesta posible a un aumento de la Dominación es más sumisión, y viceversa. es una espiral que no sabes nunca cuanto terminará, porque cuando sientes que has llegado al fondo, a lo más profundo, siempre ocurre algo que te hace ir más allá.
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