no hay mayor acto de sumisión que arrodillarse, salvo tal vez arrodillarse y besar las botas de la persona que tienes delante. es un acto simple, sencillo, pero de una gran fuerza e intensidad. al hacerlo el inferior se entrega al Superior, se compromete a obedecerle, a seguirle, a someterse a Su Voluntad. pero además reconoce una diferencia sustancial entre ambos, que uno está destinado y ha nacido para mandar y el otro para obedecer, que uno está por encima del otro. como efecto colateral, cuando nos arrodillamos ante nuestros Superiores, estamos reconociendo y afirmando que la realidad es profundamente desigual, estratificada, jerarquizada. reconocemos y afirmamos que unos están por encima de otros. arrodillarse no es un simple acto de sumisión, es una declaración de principios sobre la sociedad.
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