el objeto ha tenido un día tranquilo relativamente. a primera hora, como todos los días confesó al Dueño. en este caso confesó que ayer no habló prácticamente nada y se mantuvo en silencio casi todo el día. el Dueño decidió que hoy, por eso, no tendría castigo. la verdad es que el objeto no sabe si eso es bueno o es malo, si desea ser castigado o no. ya el Dueño ha dejado claro que sus deseos, los del objeto, son irrelevantes, que no tiene sentido hablar siquiera de deseos, pero el objeto siente que merece ese castigo, aunque sólo sea por no estar a los pies del Dueño físicamente. la dependencia del Dueño es total a nivel psicológico y físico. esto no podría ya vivir sin Su control, sin Sus órdenes. la mera idea de poder tener que enfrentarse a una existencia sin el Dueño resulta aterradora, angustiosa, dolorosa. ya ha establecido el Dueño la diferencia entre el dolor y el sufrimiento. el primero es positivo, una advertencia frente a un peligro o una forma de crecimiento, como el dolor que se siente cuando se hace deporte. es un dolor placentero. el sufrimiento es vivir sin sentido, es la angustia por no saber qué está pasando, qué ocurre, por qué estas aquí. el Dueño puede infligir el dolor que considere necesario al objeto, pero sin el Dueño toda la existencia del objeto sería sufrimiento.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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