una de las cosas que más atraen al objeto del bdsm es su capacidad para romper esquemas. en este mundo el aparentemente más fuerte es el más sumiso, el más adinerado es el esclavo, el que parece más débil resulta ser el Dominante. es cierto que jugamos en una especie de fluctuación entre símbolos estrictos y prácticas aparentemente divergentes. un Amo sexualmente pasivo, un sumiso adinerado, un cachas que quiere ser un perro. esto es lo fantástico del bdsm su pluralidad, y el hecho de que, los iniciados, tienen que negociar, negociar y negociar. exponer sus deseos, sus límites, aquello que están dispuesto a hacer y lo que no. todo hay que ponerlo sobre la mesa y a partir de ahí, construir. el símbolo, como la cadena al cuello, indica el camino pero éste debe ser recorrido por los dos, tres, cuatro o más, que participan en la caminata. una vez establecidos los límites y los deseos sólo hay que caminar y podemos ver a un skin aparentemente muy duro, mostrando sumisión a otro lamiendo sus botas. eso es lo maravilloso del bdsm.
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