hay realidades difíciles de explicar, de expresar. para eso se usan las metáforas. ayer, después de que el Dueño volviera a poner al objeto en su sitio y eso significara un cambio en el estado anímico del objeto, la única forma que tuvo de expresar esa realidad es que el objeto era como las botas, el reloj o el cinturón del Dueño, un puro objeto, una simple propiedad. igual que el Dueño pide permiso a sus botas para ponérselas, a su reloj para que de la hora o a su cinturón para que sujete sus pantalones, de igual forma el objeto tampoco tiene deseos, o es preguntado, o incluso tiene nombre. un reloj no tiene nombre, ni unas botas tampoco.
por tanto se puede decir que el objeto no existe como algo independiente y seprarado del Dueño. es una pertenencia suya y El decide su destino. la conversación con el Dueño terminó cayendo el objeto en la cuenta, una vez más porque tiende a no tenerlo siempre presente, que nada depende de Él, que el dueño es quien lleva las riendas y quien decide todo, que su existencia ya no está en sus manos. ha bastado este "caer en la cuenta" para que cambiara el estado anímico del objeto que empezó la semana bastante triste y agobiado y ha terminado muchísimo mejor.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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