el bdsm es llevar al límite lo que eres, tanto física como psicológicamente. la mayoría se queda en lo primero, en sesiones intensas, de sexo duro, con tal vez algún dolor. otros, con un carácter más masoquista, buscan algo más intenso que puede tomar formar de un bondage severo, de una tanda de latigazos o disciplina con una paleta, o incluso una buena sesión de pinzas. los más afortunados consiguen orgasmos sólo con esas prácticas. pero el siguiente paso es cuando lo que se lleva al límite no es lo físico, o no es sólo lo físico, sino lo mental. desde pequeños nos enseñan a convertir nuestra mente en una fortaleza en la que es muy difícil entrar. las ideas preconcebidas, los prejuicios, las consideraciones, los valores.... todo eso son bloques que mantienen protegido lo que hay detrás de ellos, pero a la vez son las murallas que nos mantienen encerrados en nuestras propias limitaciones. practicar un bdsm más mental implica romper esos muros y enfrentarte a una nueva forma de control, mucho más radical, mucho más efectiva, mucho más dura, mucho más satisfactoria. es forzar al máximo, como doblar el cuerpo hasta el punto de casi romperse. así ocurre con la mente también. no todos los Amos saben hacerlo. no todos los Amos pueden hacerlo, pero cuando ocurre, es lo más grande que le puede ocurrir a un esclavo natural. es la realización de la paradoja, bajando a lo más profundo subes hasta lo más alto.
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