el Dueño ha destruido al objeto, mejor dicho ha destruido lo que antes era el objeto, ese ser que vivió antes de conocer al Dueño. le ha quitado su sexo, su nombre, su identidad, su voluntad. le ha privado de pensamientos, deseos y expectativas. ahora eso no es nada y sencillamente se limita a adorar al Dueño y a obedecerle.
en un momento dado el objeto suplicó al Dueño que lavara su cerebro y que lo limpiara para reprogramarlo según sus deseos. hoy esto puede decir que eso es una realidad.
al principio las normas, los símbolos son lo más importante. sin embargo ahora lo único que importa son los deseos del Dueño. lo recordó en varias ocasiones durante estos días, el objeto, cuando empezó a servir al Dueño, ni siquiera tenía las botas como fetiche principal, algo que ahora es lo primero. lo más interesante es que si el Dueño ordenara que dejaran de serlo, dejarían de serlo. Su voluntad es lo único que importa.
el objeto salió hoy con unos conocidos a comer, con permiso del Dueño, por supuesto. mientra ponía bajo las botas del Dueño el salir para que decidiera, el Dueño ordenó al objeto que fuera austero en su vida, sin grandes gastos ni excentricidades, sólo lo necesario para vivir.
como objeto, como propiedad, no hay nada que posea, nada que pueda usar sin permiso del Dueño. en un mundo como el nuestro la austeridad no es precisamente el principal valor, ni el más reconocido, pero es una orden del Dueño y el objeto cumplirá gustosamente.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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