por la mañana el objeto tuvo una reunión por videoconferencia de dos horas que era importante y el objeto la hizo con las botas puestas y éstas encadenadas. resulta ridículo y humillante caminar con las botas sin poder dar un paso normal, como las geishas japonesas, pero la humillación es el alimento de la sumisión y la sumisión es la vida de un objeto.
el confinamiento está siendo una experiencia intensa. no sólo está probando al objeto que puede, y debe, vivir aislado sino que le ha permitido experimentar esto, trabajar con elementos que no le dejan olvidar lo que es. la anterior reunión esposado y esta de hoy con grilletes en las botas demuestran que es posible, en esta situación, combinar ambas cosas.
internet está llena de fotos de gente que trabaja desde casa y lo hace con cueros, en botas, en latex y con infinidad de fetiches más. es esa combinación que tanto atrae al objeto, la de estar completamente vestido de cuero no en un bar sino en el salón de tu casa, trabajando, lo que el propio objeto está viviendo con las botas y las cadenas.
por la tarde el objeto tuvo que salir a comprar y se puso una mascarilla y guantes de latex. y volvió a tener la misma sensación. el Dueño ya le ha dicho que cuando vuelva a visitarlo irá amordazado por la calle, bajo la mascarilla. además le dijo al objeto que es se quedará mucho tiempo porque hasta que haya vacuna tendremos que cambiar nuestros hábitos y a nadie le extrañará que alguien vaya con ella, como en japón donde es costumbre llevarla si estás resfriado o crees tener gripe, precisamente para evitar contagiar.
además de eso el tacto de los guantes, de latex, maravilla al objeto. jamás pensó que podría llevarlos tranquilamente sin provocar ninguna sorpresa, y así es. es cierto que le gustaría que fueran negros pero por ahora se apaña con lo que tiene que ya es difícil encontrar, del tipo que sea.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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