cada lunes es una locura en el trabajo. el objeto tiene que reunirse, programar, entrar en contacto con los compañeros de trabajo, es muy agotador, pero no por el trabajo en sí, sino por tratar con tantos egos y tantos humanos.
el objeto sigue, a pesar de todo, sintiendo los barrotes que el miércoles pasado vio en aquella experiencia tan extraña que tuvo. entiende que forma parte del control psicológico que el Dueño ejercer sobre el objeto, un control cada vez más duro, más estricto, más profundo. la verdad es que el objeto ya no debería sorprenderse de nada, pero aún lo hace. el Dueño siempre sabe qué tecla tocar, y que mecanismo usar para tensar la cuerda, en este caso la cadena, y tener al objeto siempre controlado. cuando ese control se hace efectivo es el momento de más paz y tranquilidad, de más felicidad en la vida del objeto.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega
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