el Dueño habló largo y tendido con el objeto. es curioso el grado de intimidad que se consigue hablando por internet. de hecho es la única forma de comunicación porque esto no puede hablar con el Dueño. se siente incapaz como ocurrió en el último viaje.
en esa conversación el objeto, arriesgándose le expuso al Dueño su último deseo, y dice su último deseo porque un objeto no tiene derecho a desear, igual que no lo tiene a opinar o a decidir. el deseo fue que el Dueño comenzara el proceso de reprogramación definitiva, de "borrado" del objeto, de cualquier atisbo de ego, de cualquier consideración de autonomía.
el Dueño dice que el objeto está preparado para ese paso, el paso definitivo. lo que tiene que decidir el Dueño, lo que está considerando es si puede hacerlo a distancia y si es conveniente que lo haga. este periodo de confinamiento podría ser el momento ideal.
lo que está pasando hace relativizar muchas cosas. hace que cosas que parecían importantes no lo sean y que otra cosas que no lo eran se vuelven fundamentales. la coincidencia del último viaje llevando los grilletes de pies y manos en públicos, y este encierro no puede ser coincidencia. el objeto ha ido dando pasos y ya no le importa lo que piensen otros, porque el ego ha sido reducido por el entrenamiento del Dueño. lo único importante es lo que el Dueño piense y ordene.
además esta pandemia esa creando un mundo nuevo. ya pocas cosas van a ser iguales, o al menos eso espera el objeto. y personalmente, a nivel individual, también desea que así sea.
la mayor preocupación del Dueño es que el objeto no pueda volver simular ser humano ya estar entre ellos. ¿importaría eso? si así fuera el objeto no tendría más remedio que ir a madrid para ser encerrado en la celda del Dueño de manera definitiva.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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