el confinamiento sigue, y efectivamente tal como predijo el Dueño el objeto está profundizando en su sumisión y su esclavitud, su naturaleza; la naturaleza que el Dueño ha descubierto, o ha creado, no lo sabe el objeto muy bien. a falta de contacto personal, de poder lamer las botas físicas del Dueño, esto nota como su mente se va deslizando hacia un pozo muy profundo, el pozo de la sumisión, de la obediencia. si antes se estaba radicalizando, ahora la cosa va mucho más deprisa, mucho más deprisa. ahora ya no tiene, por el momento, que relacionarse con nadie, ni simular ser humano, así que parece que la naturaleza de objeto está a flor de piel, sin reprimir. este tiempo traerá consecuencias, repercusiones, y no sólo exteriormente sino también para el interior del objeto.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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