los Amos viven en un mundo de sombras y luces, de contrastes. tienen que ser duros, estrictos, pero a la vez apoyar a los inferiores y ser su refugio. en un día luminoso como este, casi brillante, la figura del Amo se vislumbra amenazante, con el látigo en la mano, dispuesto a ejercer su autoridad y su poder sobre el interior. al objeto le da bastante miedo.
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