el silencio ha sido, junto con la castidad, uno de los mayores regalos que le ha hecho el Dueño al objeto. comprender que sus palabras no sirven de nada, no tienen valor y que sólo le acercan a la humanidad, a esa humanidad que desea abandonar, es una lección que al objeto le costó aprender, aún le cuesta de hecho. sin embargo, poco a poco, se va imponiendo la realidad y el silencio es algo que está en la vida del objeto. es posible que vaya al gimnasio y pase dos horas sin cruzar palabra con nadie, o que esté un día y sólo pronuncie unas pocas frases. ese es el deseo del Dueño y por tanto una orden para el objeto. ojalá pudiera vivir en un mundo donde la mordaza fuera obligatoria para los inferiores o que se pudiera llevar "libremente", por orden de tu Dueño. sería un mundo mucho mejor, sin duda.
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