obedecer hasta extremos muy profundos puede ser terrorífico, al igual que perder la propia identidad en el proceso. por eso los buenos Amos combinan las órdenes estrictas con el apoyo y las caricias que dan seguridad, o al menos la seguridad que necesita el inferior para seguir adelante. sólo así tendrá la confianza necesaria y la lucidez suficiente para darse cuenta que eso que vive como una pérdida es, realmente, una ganancia y que esa identidad que cree perder no era más que una careta, siendo su auténtica naturaleza la que sale a la luz en ese momento, y que había estado escondida hasta entonces.
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