ya llega el tiempo de añorar el sabor de las botas del Dueño, de sentir su tacto en su lengua, de las ataduras y del peso de los grilletes. hace tiempo que no están en presencia del Dueño, y eso se nota, empieza a notarse al menos. pronto volverá el objeto a arrodillarse y a someterse al Dueño. es cierto que la distancia no es un obstáculo con los medios existentes y el Dueño puede mantener su control casi constante y permanente. sin embargo nada puede sustituir al contacto físico, a las ataduras y los grilletes.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
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